Glacial: A Glossary of Terms Sisson, Matthew S
JAMA : the journal of the American Medical Association,
12/2009, Letnik:
302, Številka:
23
Journal Article
How vocabularies once associated with outsiders became objects of fascination in eighteenth-century Britain
While eighteenth-century efforts to standardize the English language have long been ...studied-from Samuel Johnson'sDictionaryto grammar and elocution books of the period-less well-known are the era's popular collections of odd slang, criminal argots, provincial dialects, and nautical jargon.Strange Vernacularsdelves into how these published works presented the supposed lexicons of the "common people" and traces the ways that these languages, once shunned and associated with outsiders, became objects of fascination in printed glossaries-fromThe New Canting Dictionaryto Francis Grose'sClassical Dictionary of the Vulgar Tongue-and in novels, poems, and songs, including works by Daniel Defoe, John Gay, Samuel Richardson, Robert Burns, and others.
Janet Sorensen argues that the recognition and recovery of outsider languages was part of a transition in the eighteenth century from an aristocratic, exclusive body politic to a British national community based on the rhetoric of inclusion and liberty, as well as the revaluing of a common British past. These representations of the vernacular made room for the "common people" within national culture, but only after representing their language as "strange." Such strange and estranged languages, even or especially in their obscurity, came to be claimed as British, making for complex imaginings of the nation and those who composed it. Odd cant languages, witty slang phrases, provincial terms newly valued for their connection to British history, or nautical jargon repurposed for sentimental connections all toggle, in eighteenth-century jest books, novels, and poems, between the alluringly alien and familiarly British.
Shedding new light on the history of the English language,Strange Vernacularsexplores how eighteenth-century British literature transformed the patois attributed to those on the margins into living symbols of the nation.
Examples of slang fromStrange Vernaculars
bum-boat woman: one who sells bread, cheese, greens, and liquor to sailors from a small boat alongside a shipcollar day: execution daycrewnting: groaning, like a grunting horsegentleman's companion: licegingerbread-work: gilded carvings of a ship's bow and sternluggs: earsmort: a large amountthraw: to argue hotly and loudly
LOS MEMBRILLOS DE CERVANTES Canseco, Luis Gómez
Monteagudo,
01/2015, Letnik:
20, Številka:
20
Journal Article
Recenzirano
Las acciones naturales son forzosas, y el comer una de ellas viene a ser, y de las más principales; y esto aquí de molde viene, y es una advertencia llana: come el rico cuando ha gana, y el pobre, ...cuando lo tiene.2 En el Entremés del rufián viudo, la Repulida se muestra dispuesta a rasgar «con mis manos pecadoras / la cara de membrillo cuartanario» de la Pizpita, mientras que el sacristán del Entremés de la guarda cuidadosa asegura haberle regalado a Cristina «una destas cajas de carne de membrillo, muy grande, llena de cercenaduras de hostias blancas como la misma nieve».3 Por su parte, en la segunda parte del Quijote, el médico Pedro Recio recomienda al gobernador Sancho Panza una dieta específica «para conservar su salud y corroborarla», que consiste en «un ciento de cañutillos de suplicaciones y unas tajadicas subtiles de carne de membrillo, que le asienten el estómago y le ayuden a la digestión».4 Pero es que, además, el atambor del Coloquio de los perros adiestra a Berganza con una vara de este árbol: «cuando él bajaba una varilla de membrillo que en la mano tenía, era señal del salto; y cuando la tenía alta, de que me estuviese quedo»,5 mientras que el lacayo Ocaña aparece en La entretenida «con una varilla de membrillo y unos antojos de caballo en la mano».6 Y, en fin, en La gran sultana doña Catalina de Oviedo, se muestra en escena a «un alárabe, vestido de un alquicel; trai en una lanza muchas estopas y, en una varilla de membrillo, en la punta, un papel como billete, y una velilla de cera encendida en la mano; este tal alárabe se pone al lado del teatro, sin hablar palabra, y luego dice Roberto»: ROBERTO La pompa y majestad de este tirano, sin duda alguna, sube y se engrandece sobre las fuerzas del poder humano. Grata ori et stomacho cum sint , ut et halitus illis Sit suavit, blandus manet et ore lepos.11 Así declaraba estos versos el maestro Diego López en 1615: «Mandava Solón que la esposa antes que se acostase con su esposo comiesse un membrillo, dando a entender que la principal gracia, que sale de la boca, y de la voz de la esposa, importa que sea bien compuesta, y suave, y el membrillo rehaze el coraçón, y pone suave aliento, y olor en la boca (Solon antiquus) el antiguo Solón (dicitur constituisse) se dize que ordenó (Cidonia poma) que los membrillos (debere tribui) devian ser dados (novis nuptis) a las nuevas esposas (cum sint grata) como sean agradables (ori, et stomacho) a la boca, y estómago (ut) para que (et halitus sit suavis illis) y el aliento les sea suave (et lepos blandus) y el olor suave (manet ore) les queda en la boca. También se hacía como símbolo de que el hombre, cuando se encamina este fin, persigue el fruto que lícitamente si consigue por mediación del matrimonio, pues, siendo de otra forma, se vendría incurrir en un grave pecado que nos segrega y aparta de alcanzar los reinos celestiales».17 A la misma idea apuntaba Sebastián de Covarrubias: «La etimología de membrillo traen algunos del diminuto de la palabra de membrum, por cierta semejanza que tienen los más dellos con el miembro genital y femíneo», al tiempo que remitía, como autoridad, a Goropio Becano en su Vertumnus, que había subrayado la continuidad simbólica de la relación entre el membrillo y el sexo desde los griegos hasta su propia contemporaneidad: «An hic non videmus clarissima indicia, cotoneum apud nos quoque eiusdem rei, cuius apud graecos symbolum fuisse, si ex eius quidem nomine vile scortum hactenus nominetur».18 Esa falsa etimología que vincula el miembro sexual con el membrillo es también punto de partida para varios juegos de ingenio en la poesía de la época, con ejemplos suficientemente ilustrativos en Góngora: Vio una monja celebrada tras la red el niño Amor, tan quebrada de color, cuanto de mil requebrada; ser su devoto le agrada, y a ella no el recibillo, aunque fueran de membrillo, tan en carnes por enero.19 o en Quevedo: Que pretenda el maridillo, de puro valiente y bravo, ser en una escuadra cabo, siendo cabo de cuchillo; que le vendan el membrillo que tiralle era razón, chitón.20 Pero no queda ahí la cosa, ya que esa derivación genital pudo ser la razón de que el membrillo terminara vinculándose al entorno verbal de la prostitución. Pero no todo era carne en el membrillo, pues el fruto tuvo también un uso médico, y de ahí que el Romancero historiado de 1582 mencione el «cordial membrillo» o que Lope, en la Arcadia, lo presente como «bueno / para arañas y veneno».27 A esa función como antídoto contra el veneno se refería Pietro Andrea Mattioli en su De plantis epitome, aludiendo precisamente a España: «Paratur a radicum succo in Hispania venenum, quo venatores sagittas illinunt, quibusqui feriuntur, brevi tempore pereunt, nisi cydonia poma voraverint, et eorundem biberint succum».28 También Andrés Laguna confirmó su utilidad para la salud y, en especial, para el vientre: «Son muy útiles los membrillos así en salud como en uso de medicina, porque se hace dellos aceite, vino, jarabe, almíbar, gelea, mermelada y muchas otras cosas cordiales y confortativas de estómago».29 A ambas posibilidades acudió Cervantes, que en El licenciado Vidriera, relacionó el fruto con el veneno, mientras que en el Quijote afirmaba, por boca de Pedro Recio, que el membrillo asentaba el estómago y ayudaba a la digestión.
This work is a complete English translation of the Latin Etymologies of Isidore, Bishop of Seville (c.560–636). Isidore compiled the work between c.615 and the early 630s and it takes the form of an ...encyclopedia, arranged by subject matter. It contains much lore of the late classical world beginning with the Seven Liberal Arts, including Rhetoric, and touches on thousands of topics ranging from the names of God, the terminology of the Law, the technologies of fabrics, ships and agriculture to the names of cities and rivers, the theatrical arts, and cooking utensils. Isidore provides etymologies for most of the terms he explains, finding in the causes of words the underlying key to their meaning. This book offers a highly readable translation of the twenty books of the Etymologies, one of the most widely known texts for a thousand years from Isidore's time.